excesos, defectos y actualidad

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actualidad

Déjenme comenzar por esto último. Hace 2 semanas les hablaba de eso que han dado en llamar economía colaborativa, ese mundo de unicornios rosas en el que no existen los problemas. Pues bien, nos hemos enterado, de soslayo, como el que no quiere la cosa, que en ese mundo hay reclamaciones judiciales e indemnizaciones millonarias. La empresa UBER ha aceptado pagar 100 millones de dólares para dar por terminadas las demandas que habían interpuesto los conductores que trabajan para ella en EEUU. Vamos, que hemos pasado del rosa al amarillo sin darnos cuenta y ya no es un ambiente tan colaborativo. Es más, en el artículo en el que se alude al asunto, se habla de problemas de calidad y de otras cosillas de las que ya comentamos aquí. Y por cierto, no es una empresa de transporte compartido, no tiene medios propios y no puede compartir lo que no tiene, sigue la perversión del lenguaje.

Los juristas hablan de la irrelevancia del nomen iuris, coloquialmente podemos decir que las cosas son lo que son y no como las quieran llamar algunos interesados y en este caso hablamos, simplemente y no es poco, de economía, con todo lo que ello conlleva.

defectos

Y ya que vamos de adelante a atrás, por aquello de seguir el ritmo que marca la cangrejera situación política, enfrentémonos a los defectos. No sé si todos lo saben, pero en nuestro país, como en muchos otros, está prohibida la venta a pérdida, es decir, aquella en que el precio de venta de un producto es inferior a su precio de coste. Venta a perdida por aplicar precios defectuosos. Esta práctica comercial está muy extendida, lamentablemente. Y lo grave del asunto es que en muchas ocasiones es fácil de bordear la norma pues la ley dice que para verificar si se incumple o no se tendrá en cuenta, solamente, el precio de compra que figure en factura.

A estas alturas de la película yo creo que la mayoría sabemos que los precios en factura no siempre son el fruto de una transacción entre partes iguales que actúan libremente y que disponen de toda la información necesaria y sin que haya que considerar otros aspectos complementarios.

Esos productos, con precios tan baratos, que figuran en los folletos de algunas cadenas de supermercados o hipermercados, especialmente los de la portada, y que resultan tan atrayentes para el consumidor, que, confiado en que responden a una eficaz política de compras, acude presto a comprarlos. Y a todo ello sin saber que está formando parte de una cadena de competencia desleal. Porque a esta práctica comercial se le llama competencia desleal. Aún seguimos sin aclarar la procedencia de la leche que se vende casi al mismo precio que se paga al ganadero, como si no hubiera que tratarla, envasarla, transportarla y comercializarla.

Comisión Nacional de los Mercados y la Competencia

Comisión Nacional de los Mercados y la Competencia

Hace pocos días hemos conocido que una famosa cadena de cervecerías está en dificultades por ser presa de las cerveceras de bajo precio. Vamos de vender por debajo de coste las cañas para atraer clientes y lógicamente ello ha repercutido negativamente en el margen y le empieza a pasar como a la falsa moneda, que de mano en mano va y ninguno se la queda. Pero así seguiremos con la ilusión de la cerveza barata, haciendo una falsa competencia a, por ejemplo, el vino. Distorsionar el mercado con precios ficticios es una de las tareas que debería evitar nuestra famosa Comisión Nacional de los Mercados y la Competencia (CNMC), de la que no nos consta que actúe para defender las reglas del mercado. Porque utilizar precios ficticios es alterar la economía de mercado. Sin olvidar que ello ayuda al fomento del consumo de alcohol por precios muy reducidos.

Hay muchas formas de ser defectuoso, que es aquello que tiene defectos o mermas, como puede ser reducir el tamaño de las unidades comercializadas y nos encontramos, por ejemplo, con una disminución del número de rebanadas de las bolsas de pan de molde, un menor contenido en las botellas estándar de los refrescos o paquetes de servilletas de papel con menor número que anteriormente, pero eso sí, en todos los casos, manteniendo el precio previo al uso de la política defectuosa. Una forma como otra cualquiera de aplicar una subida encubierta de precios.

En nuestro país un caso destacado de esta práctica de precios ficticios lo constituyen las bajadas temerarias de precios en los concursos públicos, que luego se corrige mediante el sistema de añadir un sin fin de rectificados para, al final, alcanzar el precio razonable ofertado por otros competidores. También aquí se nota la ausencia de la CNMC.

excesos

Los excesos, el último paseo de hoy, también deben ser vigilados. Las autoridades fiscales de los países más avanzados controlan, o al menos lo intentan, los denominados precios de transferencia, que son los precios que se aplican a las facturaciones que se hacen entre sí las empresas de un mismo grupo, para evitar la traslación de beneficios de un territorio a otro en el que la fiscalidad sea menor. Y las autoridades de competencia deben vigilar la potencial aplicación de precios excesivos porque ello puede encubrir alguna práctica colusoria o, inclusive, una práctica delictiva.

Logo AusbancLa pasada semana hemos sido testigos de la detención del presidente de AUSBANC, entramado extraño donde los haya, que lleva en el ojo del huracán desde hace mucho tiempo, por pretender ser una asociación de consumidores, que no es, pero sin que nadie le hubiera hincado el diente hasta ahora.

Me he molestado en entrar en la página web de AUSBANC para conocer las tarifas publicitarias que aplicaba a sus “clientes” y sorprenden esas tarifas porque responden a revistas con tiradas muy importantes, desde luego no del nivel de las suyas. Porque, según su propia web, la difusión de la revista es de 25.418 ejemplares. Nada que ver con las de otros medios. Y es que los precios que aplica esta revista son el 40% de los de la revista con más audiencia de España. ¿Nadie había reparado en este detalle? La comparación de precios la he llevado a cabo mediante el contraste con una agencia de contratación de publicidad.

Y es que detrás de la publicidad en los medios de comunicación pude haber mucho más que meros anuncios, como se acaba de demostrar. Y alguien debería vigilar este mercado que se compone de muchísimos medios. Revistas de colegios profesionales oficiales, de cuerpos de funcionarios, de órdenes religiosas, de empresas o fundaciones de enseñanza, de agrupaciones deportivas no profesionales y más, muchas más.

Quizá algún día se consiga aplicar plenamente la transparencia al mercado y logremos que la competencia impere realmente, sin subterfugios ni “compraventa” de favores. La CNMC podría ayudar mucho en todo ello, la Agencia Estatal de Administración Tributaria (AEAT) también.

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