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En octubre de 2010, a través de una modificación de la Ley de Contratos del Sector Público, se puso en marcha el Tribunal Administrativo Central de Recursos Contractuales (TACRC), que no es un órgano jurisdiccional al estar adscrito al Ministerio de Hacienda y Administraciones Públicas, para dar cumplimiento a la Directiva 2007/66/CE de la Unión Europea (UE) que se hacía eco de las reiteradas peticiones del Tribunal de Justicia de que los estados miembros contasen con un sistema de recursos que posibilitara la anulación de los actos dictados en los procesos de contratación pública y, en su caso, la suspensión del acto impugnado.

Logo TACRCHasta la fecha, según la información de la que dispongo, el TACRC iba resolviendo los recursos que le llegaban, en número creciente año a año, con mayor o menor acierto, pero sin que ello entorpeciera la vida de la contratación pública. Como suele ocurrir en este país con las sentencias judiciales, ocurre con las resoluciones de este órgano administrativo, por muy bien fundadas que estén no sirven para mejorar la redacción de nuestras normas manteniendo, si no ampliando, el vertiginoso ritmo en cuanto a número de litigios en los tribunales. A pesar de los elevados límites que se exigen, en cuanto a importe de los contratos y duración de los mismos, para poder acudir al TACRC, en 2015 ya fueron más de 1.300 recursos los que se presentaron en el año, menos mal que no se están acumulando recursos en demasía pues el número de casos pendientes al terminar 2015 era inferior al existente a finales de 2014 y las resoluciones suelen tardar entre 2 y 4 meses.

En un acto electoralista de rancio abolengo, en noviembre de 2015, se anunció el macroconcurso para la compra por RENFE de 30 trenes AVE, con mantenimiento incluido, por un importe de entre 2.060 y 2.640 millones de euros. Lógicamente era uno de los llamados ‘contrato del siglo’ y a él concurrirían todas las grandes empresas del sector ferroviario, incluida la canadiense Bombardier, un consorcio dedicado a la construcción de material ferroviario y aeronáutico y que es la joya de la corona de la industria canadiense.

Logo BombardierLa salud de Bombardier no atraviesa por buenos momentos a tenor de lo que nos transmiten los medios de comunicación pues, al parecer, ha puesto en marcha un plan para reducir en 7.000 personas su plantilla, más del 10% de la misma, y es que en el último año ha aumentado sus pérdidas, alcanzando casi los 5.000 millones de euros. Vamos que no le van bien las cosas. Y el tema viene de lejos, porque en 2015 ya se habían producido cambios en la cúpula directiva de la empresa y se anunció una reducción de la plantilla, en ese caso de casi 2.000 personas. Y es que la competencia en los mercados abiertos es creciente, hay unas cuentas compañías fabricando aviones de tamaño medio de un solo pasillo y corto alcance y hay varias empresas desplegando su saber en el mundo ferroviario, en el que se incluye el metropolitano.

Pero todo órgano que se precie necesita el famoso minuto de gloria para ser recordado en los libros de historia y que así los anales den testimonio de su valor y de que son imprescindibles. Antes o después se presenta la ocasión. Y esperando a Godot, digo al minuto de gloria, el punto álgido se alcanzó el pasado viernes cuando nos enteramos que el TACRC había aceptado una, solo una, de las muchas razones alegadas por Bombardier para invalidar el concurso convocado por RENFE y es que entre las cláusulas establecidas había una que afectaba a la libre circulación por primar la fabricación de los trenes en España. La puntuación asignada a esta cuestión era de 1 punto sobre 100. Ya ven que era un asunto claramente determinante, porque un 1% podía echar abajo todo el esfuerzo de diseño de Bombardier frente al de los otros competidores que, con asegurar la fabricación en España, se llevarían el concurso con la gorra al adjudicarse ese punto vital. Prima que aparece en la mayoría de los concursos europeos de construcción y fabricación.

Sede del TACRC¿Alguien se ha parado a pensar por qué a Bombardier, que tiene plantas industriales en España, no le gustaba la cláusula? Es evidente que, en un proceso de reducción de plantilla, en el que verán la luz del despido casi un 15% de la misma hay que concentrar los pedidos en las plantas más ‘nacionales’ y no se puede andar contratando a nuevo personal.

Pero de la defensa de Bombardier y Canadá de la libre circulación tenemos pruebas contradictorias. Cuando en el año 2015 se anunció por la prensa que ACS se había adjudicado, en unión de una empresa canadiense, la construcción y mantenimiento de una nueva línea de metro ligero en Toronto (Canadá) se citaba en pequeño que el material rodante se suministraría por Bombardier, en contrato aparte y del que no sabíamos cuáles eran sus condiciones ni si habían concurrido muchas empresas a licitar.

Pero es que en 2010 se produjo un curioso caso en Montreal (Canadá) al adjudicar las autoridades el contrato del metro de dicha ciudad a, ¡qué casualidad!, Bombardier. Y hete aquí que la francesa Alstom recurrió a los tribunales y estos le dieron la razón. Y se aplicó una solución de mercado, se aliaron las dos empresas y se le asignó a dedo el contrato al consorcio formado por ambas, con menosprecio para la española CAF, lo que provocó una queja formal del Gobierno español. Por cierto, el nuevo tren de Bombardier para el metro de Montreal que iba a funcionar desde 2013, ha empezado a rodar en febrero de 2016, pequeño retraso de 3 años.

Lamentablemente no nos es posible acceder a la resolución del TACRC, pues aún no ha sido publicada en su página web, y solo sabemos un extracto de lo decidido por las noticias que han publicado algunos medios. Pero me gustaría pensar que el argumento debe estar muy meditado pues, por la vía de pensar que esa condición de primar con un 1% aquellas propuestas que incluyan la fabricación en territorio español es una discriminación a la libre circulación, podríamos alcanzar la conclusión de que los aranceles a la importación de productos agrícolas es una restricción a la libre circulación y deberían suprimirse. Me anticipo a la lectura de la resolución y me atrevo a afirmar que, en el 400 aniversario del fallecimiento de D. Miguel, el ingenioso se ha hecho presente en el TACRC.

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