fusiones y escisiones

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La crisis, de la que aún no hemos salido, ha tenido la ventaja de que los ciudadanos han aprendido el significado de algunos conceptos económicos y se manejan con ciertas variables económicas que antes no consideraban necesarias, aunque estaban ahí y deberían de haberlas tenido en cuenta. Y digo que no hemos salido aún de la crisis porque no se han recuperado los niveles salariales y de empleo que teníamos cuando llegó. Y aunque decimos que la crisis ha tenido origen y consecuencias económicas, para mí, al coincidir con la revolución tecnológica de lo digital y la comunicación instantánea, ha tenido, y tiene, importantes consecuencias sociales y políticas.

Pero en este mundo cambiante, con velocidades de vértigo a la hora de aplicar los cambios que nos proporcionan las nuevas tecnologías, hay algunas cosas que no cambian mucho. Quizá cambian los ritmos o la duración de los ciclos en que se aplican mecanismos antiguos para sobrevivir a las mutaciones, pero no los mecanismos en sí mismos. Uno de esos mecanismos son las fusiones y escisiones. Mecanismos contrapuestos y de los que se habla poco, especialmente de las tremendas consecuencias que suelen acarrear.

De los conceptos fusión y escisión se habla en muchos ámbitos. Algunos entienden que esas fusiones, uniones, o escisiones, separaciones, se producen para alcanzar masas críticas que desencadenan reacciones que generan grandes cantidades de energía. Si están interesados en descubrir la diferencia entre fusión y fisión, en el ámbito de la energía nuclear, les dejo este enlace. Comprobamos que fusionando o fisionando, escindiendo, ciertos elementos, logramos generar energía. Cómo logramos controlar esas reacciones y hacerlas seguras es otra historia. Ya ven que, con movimientos contrapuestos, unir y separar, se pueden obtener parecidos resultados. Pero no siempre es así, en general no es lo mismo separar que unir. Por cierto, un matrimonio no es una fusión, pues las dos partes mantienen su propia personalidad, aunque algunos piensen que han pasado a mandar sobre ambos.

En el mundo empresarial se producen fusiones y escisiones con frecuencia, aunque tienen una peculiaridad, se producen por épocas y por sectores. Hay etapas de fusiones y otras de escisiones, de estas últimas en menor medida. Y hay sectores, generalmente aquellos que eran monopolios públicos, en que se producen escisiones para dar lugar a que exista competencia y luego ya se verá. Pero, ¿por qué se producen fusiones o escisiones?, ¿se puede fusionar cualquiera?, ¿quién decide cuándo debe de haber una fusión o una escisión?, ¿todo queda igual después de una fusión o una escisión? Esto de las fusiones y escisiones es un mundo apasionante. Tuve la suerte de vivir de cerca las consecuencias en España de la mayor OPA (oferta pública de adquisición de acciones) de la historia en EEUU, hasta aquél momento, que dio lugar a un gran número de escisiones. Y aprendí mucho de lo que significan estos procesos y por qué se producen.

Las fusiones se producen por dos vías diferentes. En la primera vía dos partes se sientan a la mesa y se convencen mutuamente de que siendo uno serán más fuertes y, lo más importante, más eficientes. La otra vía es que una parte decide comprar a otra y, cuando ya es dueña, las une en una sola porque, igual que los de la otra vía, está convencido de que serán más eficientes. Vamos que el conjunto, la unión de las partes, es mayor que la suma de las partes, existe un cierto valor añadido que se genera al unirse. Sería algo así como decir que

Si A = 3 y B = 4; A + B = 7

Pero, siendo C la unión de A y B, tenemos que C = 8

Dicho así se entiende perfectamente que se planteen fusiones por doquier. El problema es que todas las partes e intervinientes lo entiendan. Generalmente uno de los factores que hacen que C sea mayor que A + B, es que al crear C nos ahorraremos algunos gastos porque están duplicados; por ejemplo, ya no nos harán falta los dos directores financieros ni los dos directores de personal con que cuentan A y B. Estas cuestiones personales suelen ser las que más dilatan o impiden las fusiones. En España son muy recordadas las concesiones personales y los ajustes que ya se anticipaban en la fusión del Banco Santander con el Banco Central Hispanoamericano. Les dejo una referencia para que conozcan cómo se deshizo lo concedido y lo que había detrás de las sonrisas. Y recuerden que no han pasado aún ni 20 años de todo aquello y nada ha quedado igual de todo aquello, pues en el camino se han producido varios procesos de absorciones, fusiones y adquisiciones, que han dado al traste con muchos de los planes puestos en marcha en aquel momento.

Contestando a una de mis preguntas anteriores, se puede fusionar cualquiera. Solo es cuestión de voluntad, aunque el valor de la fusión no sea el esperado. Les dejo una referencia a ciertas fusiones o adquisiciones que salieron mal. Porque, en realidad, de lo que estamos hablando es de compraventa de empresas, ya sean del mismo tamaño o de tamaño diferentes. Y, como en tantas cosas en la vida, el tamaño importa en esto de las fusiones y escisiones. Siendo más pequeño no solemos ir a mejor, máxime si no tenemos un club de amigos. Al final de lo que se trata es de mandar, de tener mayor poder. Y ahí radica el peligro de las fusiones, que las resultantes son empresas con mayor poder y que, llegado el momento, pueden imponerse a los gobiernos y crear situaciones de monopolios de facto. Ese es el riesgo que corremos en España con las fusiones “voluntarias” de entidades bancarias. Cada día quedan menos entidades compitiendo y con mayor tamaño, ¿qué ventaja obtenemos los ciudadanos con ello?

Hablemos de las escisiones. Proceso que se suele iniciar con la compra de una gran empresa o grupo de empresas por aquellos que, a la inversa de lo que decíamos antes, entienden que las partes por separado valen más que el conjunto. Son situaciones en las que

Tenemos que C = 6

Y sabemos que C está formado por A y B, donde A = 3 y B = 4, luego A + B = 7

La bondad de las operaciones de escisión es difícil de ver porque es muy complejo asignarle valor a cada una de las unidades de negocio que componen el todo. Lo que sí son estas operaciones es que son más espectaculares, por las consecuencias, por la voladura que suponen de un grupo de empresas o de cualquier otra cosa que estemos escindiendo. Y son procesos complicados porque, aunque no es imposible, es difícil volver a unir las partes que una vez se separaron. Estos procesos de escisión suelen estar liderados por visionarios y se han hecho famosos por usar mucha deuda para llevarlos a cabo. Comprar con dinero de otros y pagar con el fruto de las ventas, que esperan que sea mucho mayor que lo prestado. Y hay que hacerlos rápidos porque los intereses del préstamo corren en contra del separador y especulador.

En otras ocasiones las escisiones se llevan a cabo para que una unidad de negocio de un grupo pueda ser vendida parcialmente en el mercado de valores y obtener fondos por la empresa matriz. Son las operaciones en que se producen las OPV (ofertas públicas de venta de acciones) muy utilizadas por el sector público en la privatización de empresas o servicios públicos, que normalmente operan en régimen de monopolio.

Y en otro orden de cosas, en los tiempos que corren, en los que se producen acuerdos, o al menos se intentan, para afrontar retos comerciales futuros con una mayor dimensión, es muy costoso ver el valor de escisiones que nada aportan y que, desde todos los puntos de vista, lo único que generan son desgarros sin valor añadido alguno. Especialmente porque fomentarán procesos similares que generarán tensiones sin remedio en los espacios a los que los escindidos quieren acudir y eso impedirá que los escindidos sean acogidos pues son generadores de disensión. Aunque la verdad es que, lo más importante, para que ello no ocurra es que C siga siendo mayor que A +B.

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