simplemente, mercado

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La palabra mercado se la escuché por primera vez a mi padre, ese fino analista al que me he referido en otras ocasiones. Mercado era algo que le preocupaba en grado sumo. Tanto le preocupaba que para tomarle el pulso a cualquier ciudad le gustaba visitar sus mercados físicos a las primeras de cambio. Por esa razón dedicaba el tiempo a explicarme las reglas más importantes a tener en cuenta para saber si existía o no. Y si la pasada semana, especialmente, pero no únicamente, hubiera estado entre nosotros hubiera alzado su voz, una vez más, para dejar constancia de que en este país hay un miedo cerval a defender el mercado. Vaya por delante que no soy defensor de nadie en particular, defiendo la economía social de mercado, que regula nuestra constitución.

Como he referido aquí en ocasiones anteriores, para que exista mercado debe fluir la información y eso no ocurrió la semana pasada cuando se produjo de forma abrupta el fin del Banco Popular por asfixia, es decir, por falta de liquidez al haber huido los depósitos de clientes. Y a estas alturas tengo la sensación de que la asfixia fue provocada artificialmente, aunque aún no tengo opinión sobre el autor o autores de semejante atropello, bendecido por los medios y por un gran número de analistas, bajo el argumento de que no se ha utilizado dinero público, ¿de verdad?, y que la decisión ha sido rápida, ¿seguro?

Banco Popular

Lo del dinero público lo veremos con el paso del tiempo, pues pueden existir responsabilidades de los reguladores con las consecuencias económicas habituales o ¿piensan en el Banco de España que va a salir indemne después de consentir una ampliación del capital social basada en una información financiera falsa?. Lo de la rapidez es harina de otro costal porque para cambiar al presidente de la entidad fueron necesarios varios meses y para decretar su valor cero fueron necesarias menos de 24 horas, ¿no les parece algo sorprendente?

Hace menos de dos meses que les hablaba de la situación del Popular, en esta entrada, y nada hacía presagiar que el desenlace sería el ocurrido, pues lo que se esperaba era una compra por parte de otra entidad financiera, por precio, no por el simbólico de 1 euro. Pero no ha sido así y sorprende el desaguisado, especialmente por las declaraciones públicas de las que ha venido precedido el acontecimiento y, muy especialmente, por la inactividad de los reguladores, como si estuvieran actuando en interés de parte. Y es que el 7 de junio nadie era responsable de nada, nadie había hecho nada, nadie sabía nada, pero todo se había ejecutado adecuadamente. En menos de 24 horas se pasó del anuncio de una visita de trabajo del entonces presidente del Banco Popular al Banco Central Europeo (BCE) a su destitución y a la amortización de sus acciones y deuda subordinada que pasaban a no valer nada.

Junta Única de Resolución

Junta Única de Resolución

Pero esta tormenta acaba de comenzar en realidad, porque hay muchas cuestiones que aclarar, por ejemplo ¿Qué llevo al ministro de Economía, Industria y Competitividad a declarar, semanas antes, que todo el mundo debía estar tranquilo y, días antes, que Bankia estaba estudiando su compra?, ¿Quién informó a la agencia Reuters que la Junta Única de Resolución estaba monitorizando al Banco Popular, provocando el desplome de su cotización?, ¿Qué razones llevaron a la Comisión Nacional del Mercado de Valores (CNMV) a no suspender la cotización ante esa noticia para exigir explicaciones a ese organismo o al propio BCE, permitiendo que los bajistas, los agitadores que apuestan por la bajada del precio de las acciones, se enriquecieran?

Oliver Wyman

Oliver Wyman

Ya ven que hay preguntas de mucha enjundia a las que contestar y no son estas las únicas. Al poco tiempo de que se desatara la crisis financiera e inmobiliaria de 2007, hace 10 años ya, se pusieron de moda los llamados test de estrés, que consistían en estudiar que les pasaría a las entidades financieras si se presentaban situaciones difíciles en los mercados. De todas las entidades que se dedicaban a estos análisis tan sofisticados me fijé en una de ellas, Oliver Wyman, porque me desconcertaba su impostura y arrogancia. En el último test de estrés realizado, julio de 2016, la banca española analizada salía bien parada. Incluso el Banco Popular tenía mejores ratios que algunos de sus competidores, sin situaciones de estrés. Si no estamos en situación de estrés, porque según nos dice el gobierno todo va bien, se crea empleo, la economía española crece a los mayores niveles de la Unión Europea y la banca está más saneada que nunca ¿Qué ha pasado para que el Banco Popular, de repente, valga cero?

Comisión Nacional del Mercado de Valores

Comisión Nacional del Mercado de Valores

Es posible que alguien se haga una pregunta, quizá políticamente incorrecta, pero consecuencia de lo ocurrido, ¿Debía valer cero para que el comprador asuma los costes de las posibles demandas que nos dicen que se van a presentar? Porque a lo mejor resulta que ese es el precio pactado, asumir los costes de las demandas de todos aquellos que exigen explicaciones por este desaguisado. Y es que es difícil de creer que el comprador del saldo se enterara de pronto de que el Popular estaba en venta y, como nos han querido vender, se haya puesto manos a la obra 15 horas antes de hacerse público el cúmulo de decisiones adoptadas y que se han producido de manera encadenada y que en las siguientes 7 horas el Banco Santander preparara para sus accionistas el sesudo documento que pueden consultar aquí y que se remitió a los mismos el 7 de junio a las 15:58. Todo muy aparentemente espontáneo, pero realmente muy vinculado. Y es que en la nota que hizo pública el Fondo de Reestructuración Ordenada Bancaria (FROB) para dar cuenta de la operación el mismo día 7 de junio se facilitan unas explicaciones confusas que hablan de un proceso competitivo de una noche, de trabajos de días anteriores, ¿cuántos?, del proceso de venta ya iniciado por la propia entidad, etc.

En mi opinión, lo ocurrido refleja la ausencia de mercado y el incumplimiento de las más elementales reglas del mismo por parte de los organismos reguladores españoles y europeos. Un proceso oscuro, sin información, en el que no se han admitido preguntas y que ha venido condicionado por una serie de actuaciones que, vistas desde fuera, pueden señalarse como interesadas. ¿A quién se ha querido dañar con estas maneras de actuar tan poco transparentes?, ¿se ha pretendido dañar a los empleados de Banco Popular que defendieron a la entidad?, ¿se ha pretendido dañar al pequeño accionista al que no se informó adecuadamente y al que ni la CNMV ni el FROB defendieron en su momento?

Como, en casos como estos, conviene dejar claro donde estaba cada uno, diré que a quién me preguntó le sugerí que no acudiera a la ampliación de capital de 2016 e incluso les propuse que vendieran sus acciones antes de esa fecha, así que no piensen que me dedico a defender a la entidad, defiendo el mercado. Pero no me gustan los asaltos y lo ocurrido la semana pasada es un asalto en toda regla, perpetrado por aquellos que dicen defender el mercado. Y me voy a permitir un comentario político, este tinglado de la farsa ha sido defendido o quizá montado por quienes dicen llamarse liberales. Y, entre otros ausentes, hizo ruido el silencio del gobernador del Banco de España. Y mientras tanto se ha abierto la veda para la caza de otra entidad financiera con la CNMV mirando para otro lado.

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