uno de nuestros blufs

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El primer jefe que tuve, verdadero jefe añado, excelente persona y excelente profesional, comentaba con soltura, allá por los tiempos en que este país se despedía de la dictadura, que ésta permitía como válvula de escape que cualquiera pudiera criticar, incluso con fiereza, a la RENFE. Según decía era una forma, como otra cualquiera, de aparentar que existía la capacidad de crítica y, por ende, de simular libertad. Falsa libertad en aquella sociedad cubierta de un gris oscuro, en la que oíamos estas historias, no sin cierto temor por lo que pudiera ocurrir, dentro y fuera de las oficinas en las que se relataban.

El lunes 6 de marzo nos despertamos con la noticia de que la Comisión Nacional de los Mercados y la Competencia (CNMC) había impuesto a RENFE la mayor multa a una sola empresa en la historia de España, por obstruir la formación de un mercado. Y, como no podía ser menos, me acorde de Teodoro, que así se llamaba mi admirado primer jefe. Claro que en España en 2017 teníamos una democracia, así que deduje que el problema era que la variopinta CNMC era un auténtico bluf, de los muchos con los que contamos en este país. Blufs para simular y aparentar que tenemos una economía social de mercado. Apariencia para superar que ni es social ni hay mercado. Algunos tenemos el temor de que esta situación se cronifique y este país pierda, después de haber viajado en el pescante durante cierto tiempo, el AVE del futuro que es presente.

Ya he hablado en varias ocasiones sobre el amorfo organismo que es la CNMC. La primera vez fue con relación al artículo que el blog Hay Derecho publicó en noviembre de 2014 en el que nos relataba que el presidente del organismo se había reunido con los miembros del Consejo Empresarial para la Competitividad para darles la charla. El blog aplaudía la reunión. Algo así como si el presidente del Consejo General del Poder Judicial se reuniera con una asociación de litigantes. Incomprensible, improcedente y fuera de lugar. Ello demostraba que poco interiorizados tenemos los conceptos mercado y competencia en el país. La segunda vez fue para denunciar las intervenciones del Gobierno en el funcionamiento de la CNMC, lo que probaba una vez más la falta de independencia de esta comisión.

Pero por si no fuera poca la inutilidad del organismo, este pretende actuar con la fanfarria de la propaganda, para que nadie recuerde que incumple sus funciones un día sí y otro también. La CNMC heredó, entre otras, las competencias de la Comisión Nacional de la Energía y debería de haber sido uno de los referentes en defensa de un mercado eléctrico más transparente y competitivo. Nadie ha oído quejarse a la CNMC sobre el desorden en el mercado eléctrico español, que ahora se empieza a probar que no existe como tal mercado por su actuación en el asunto del gas. Pues bien, para demostrar su implacabilidad en la persecución de la competencia y la defensa del mercado, ha impuesto una multa a las compañías eléctricas, de la que la mayoría de los medios han omitido las causas y el importe. Esta viene motivada por ciertos cambios en las facturas y es por importe de unos 155.000 euros, para el conjunto de las empresas sancionadas. Pero, ¿a que suena bien el titular de que la CNMC ha sancionado a las eléctricas? Y los ciudadanos dormirán más tranquilos sabiendo que la CNMC ha multado a las eléctricas. Eso sí por un asunto baladí y por una cuantía que la podría pagar el propio presidente de la CNMC con su salario.

Comisión Nacional de los Mercados y la Competencia

Comisión Nacional de los Mercados y la Competencia

Cuando el actual ministro de Economía, Industria y Competitividad llegó al Gobierno en 2011 nos anunció que los organismos supervisores de ciertos mercados regulados se fusionaban con la Comisión Nacional de Competencia en un solo organismo, por mor de la eficacia. Algo que no gustó en la Unión Europea (UE) e incluso al Tribunal Supremo, que se planteaba algunas dudas al respecto. 5 años después el mismo ministro nos quiere vender la novedad de que dicho organismo se va a dividir en dos entes a los que se llamará Autoridades Administrativas Independientes (AAI), una de Competencia y otra de Supervisión y Regulación de los Mercados, ayudado de otros cambios en organismos discutidos por su quehacer en el tiempo, como son la Comisión Nacional del Mercado de Valores (CNMV), el Instituto de Contabilidad y Auditoría de Cuentas (ICAC), o la creación de las AAI sobre Seguros y Planes de Pensiones y la de Protección de los Usuarios de Servicios Financieros y de los Inversores Financieros.

Estos cambios normativos tan radicales, liderados por la misma persona, suponen el reconocimiento expreso del error cometido en su momento, con el rechazo de todos los expertos en regulación y competencia, y debería, cuando menos, ir acompañada de la oportuna aclaración, explicación, asunción de responsabilidades y justificación del porqué hemos estado 5 años viviendo en el error. Deben saber que existen expertos en la formación de mercados, especialmente en aquellos casos en que se parte de situaciones de monopolio u oligopolio, pero aquí nada de eso se ha querido utilizar, ¿por qué?, porque no se asume la economía social de mercado, que entraña competencia.

Quizá es por todo ello que nadie nos habla de lo que significa defender la competencia ni asegurarse de que los mercados funcionan. Y digo esto porque:

–        Nadie nos ha sabido explicar aún porqué a pesar de que las obras públicas salen a concurso y las empresas licitan libremente, según dicen, al final del ejercicio la cuota de participación en el mercado de las grandes operadoras se mantiene prácticamente inalterable en el tiempo.

–        Nadie nos ha sabido explicar aún porqué a pesar de los aparentes esfuerzos desplegados los precios de venta al público de los carburantes mantienen esa igualdad entre sí, independientemente de quién sea el oferente de los mismos.

–        Nadie nos ha explicado porqué se consienten las subvenciones públicas a las compañías aéreas que luego estas emplean para abaratar los precios de los vuelos, simulando la existencia de un mercado libre con las consiguientes distorsiones en el funcionamiento de los mismos.

–        Nadie nos ha explicado porqué se han consentido las fusiones de empresas del transporte por carretera con la reducción del número de operadores en ese mercado lo que, más pronto que tarde, se producirá un encarecimiento de los precios de venta.

–        Nadie nos ha explicado aún porqué se alientan las fusiones bancarias internas y no las transfronterizas a nivel europeo, lo que terminará suponiendo una reducción en el número de entidades nacionales y la llegada de un peligroso oligopolio.

No, no me he olvidado del porqué de la multa a RENFE, una más de las que luego anulan los tribunales de lo contencioso, es porque, aparentemente, impide la competencia en el transporte de mercancías por ferrocarril y dificulta al despliegue de empresas competidoras. Una sanción desproporcionada por el importe que esta representa, el 20% del mercado, ¿se imaginan una multa a las eléctricas de 2.500 millones de euros por restricciones a la competencia?

Por cierto, no sé si, como canto del cisne, la CNMC multará al ministro de Fomento por anunciar que su pretensión es volver a unir a RENFE con ADIF para competir en la UE y deshacer lo hecho hace 12 años para fomentar la competencia.

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