fundaciones y oscuridad

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No sé cuando escuché por primera vez la palabra fundación, pero siempre me sonó a algo sólido, sin relación con las empresas o el estado, y vinculada a la generosidad. Esa fue la genialidad de Buero Vallejo cuando tituló con esa palabra, La Fundación, una de sus grandes creaciones; obra teatral que se estrenó en 1974 y que, gracias a la magistral interpretación de sus protagonistas y a la magia escénica del montaje, aún recuerdo (volví a verla en la reposición de 1998) Les dejo un enlace, aquí, de la versión en TVE de 1978. Gran creación porque era una figuración extraordinaria, una forma de expresar el ensueño con el que pretendíamos ocultar la realidad que nos rodeaba; la realidad en 1974 era la dictadura.

Los medios de comunicación y los grandes conocedores de la realidad social nos dicen que las fundaciones son instituciones respetables, dignas de admiración y merecen toda nuestra consideración. Dicho en términos generales podría ser verdad. Dejo aquí constancia de que he colaborado con varias fundaciones y soy voluntario en una de ellas. Desde luego en esas entidades que conozco no se producen irregularidades, son muy eficientes en la tarea que tienen encomendada por sus estatutos y merecen nuestra consideración.

Pero también contamos con casos de supuestos fraudes e irregularidades, basta citar el de la Fundación AFAL Futuro, inmersa en procesos penales, con el procesamiento de varias personas vinculadas e incluso de una notaria. Pero hay más, este de AFAL es el más reciente y conocido. Citemos, por último, el del que fuera director de ANESVAD, aquí la crónica sobre la condena y relato histórico, crónica que no tiene desperdicio.

Y las fundaciones y otras entidades sin ánimo de lucro o tercer sector o economía social, que todas estas denominaciones reciben, son cada día más numerosas y manejan mayores cuantías de fondos, ya sean privados o públicos. Y son dignas de apoyo y consideración social, pero deben afrontar la oportuna vigilancia que la sociedad ejerce sobre cualquier entidad, sea grande o pequeña, pública o privada, con o sin ánimo de lucro. Y ya sabemos que no podemos confiar en eso de la “autorregulación”, que tan mal resultado ha dado con los mercados financieros, con las firmas de auditoría, con las agencias de calificación del riesgo y con un sin fin de ámbitos en los que la codicia ha campado a sus anchas y sin respeto alguno.

OscuridadPor eso, decía, no podemos confiar en la autorregulación. Es digno de consideración el esfuerzo de la Fundación Lealtad en la aplicación de un código ético, definido por ella misma, para las fundaciones. Este código ético que incluye la publicación de las cuentas anuales de estas entidades, así como de las memorias de actividades y otras informaciones relevantes, es útil para estudiar una entidad en concreto. Pero de la misma forma que el registro mercantil nos informa de los datos de las sociedades, el registro único de fundaciones de ámbito estatal que, sigue sin funcionar 10 años después de que se promulgara el Real Decreto que lo reglamenta, debería ofrecer de forma ágil y económica el acceso a la información de las fundaciones.

Y las comunidades autónomas, que tienen competencias en la materia pues ejercen la función de protectorado de dichas entidades cuando actúan en un ámbito territorial limitado, flaquean de la misma manera que administración central. Vean a modo de ilustración dos páginas de las webs de la Generalitat de Catalunya y del Gobierno del País Vasco sobre la materia.

Página de la web de la Generalitat de Catalunya para solicitud de información sobre fundaciones, aquí. En el formulario hay que incluir el nombre de la fundación y no ofrecen cualquier información, solo datos genéricos, ¿para qué sirve entonces un buscador que me devuelve datos que ya conozco?

Página de la web del Gobierno del País Vasco para solicitud de información sobre fundaciones, aquí. En esta página si pedimos algo más que denominación, finalidad o domicilio hay que justificarlo, ¿no habíamos quedado en que los registros públicos son de acceso público?

Existe un estudio muy interesante de la Asociación Española de Fundaciones, a través del Instituto de Análisis Estratégico de Fundaciones, de junio de 2014, elaborado por varios profesores universitarios, sobre el sector fundacional. La información que proporciona abarca el periodo 2008-2012. Es de suma utilidad para aproximarse al sector, pero como se pone de manifiesto en la introducción, la falta de información en los correspondientes registros es desesperante y la necesidad de acudir a un sin fin de protectorados es tediosa y hace prácticamente inviable cualquier investigación.

Pero no es suficiente con estos estudios. Tengamos en cuenta que, según el estudio citado, las fundaciones tuvieron en España unos ingresos de casi 7.400 millones de euros en 2012 y unos gastos de más 7.900 millones de euros en el mismo ejercicio. Hace falta que se agilicen los registros de fundaciones y se pueda acceder a la información económica y financiera y los datos de los patronos que dirigen estas entidades.

No conviene olvidar que las fundaciones son entidades vulnerables en el blanqueo de capitales o la financiación del terrorismo, según las define el GAFI (Grupo de Acción Financiera, por sus siglas en francés y español), organismo intergubernamental creado en 1989 que persigue el blanqueo de capitales, la financiación del terrorismo y la financiación de la proliferación.

Esta es la razón por la que tres meses después de mi anterior post sobre fundaciones, vuelva a hacer hincapié en todo ello porque lograr la transparencia de la fundaciones y, en general, de las entidades del tercer sector es cada día más urgente. Me parece innecesario volver a insistir en la necesidad de una actuación transparente de los gobiernos, central y autonómicos, para despejar las dudas que sobre este sector se vierten. Por eso no se comprende la opacidad que lleva a la Secretaría de Estado de Asuntos Sociales a negarse a facilitar la localización geográfica de las entidades que han obtenido subvención con cargo al IRPF de 2013, que ascendió a más de 206 millones de euros, y entre las que se encuentran fundaciones. Subvención que aprovecho para desmitificar por su grado de concentración; les fueron concedidas ayudas a 445 entidades, pero entre 10 concentraron más del 51% de los fondos aportados.

No me gustaría descubrir, como le pasa a Tomás en la obra de Buero, que las fundaciones son un engaño de los sentidos y ni sólidas ni filantrópicas ni independientes.

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