menos popular y sin prisa

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Superadas las pasiones, las altas, las bajas y las mediopensionistas, que tan bien quedaron retratadas en Los Gozos y las Sombras de Gonzalo Torrente Ballester (si van a Santiago de Compostela, no duden en visitar la fundación que lleva su nombre) y de cuya emisión por TVE se cumplen ahora 35 años, antigüedad nada exenta de actualidad para algunos, conviene centrarse en ciertas situaciones que bien podrían semejarse a una pasión de efectos multiplicadores, para bien y para mal, que de todo hay en el pazo del señor.

La elegante Christine Lagarde, el sueldo le da para ello, directora gerente del Fondo Monetario Internacional (FMI) afirmó hace bien poco que “El perfecto saneamiento del sistema financiero en Europa, en particular en países del Sur, es un trabajo que necesita completarse.” No seré yo quien le quite la razón, al menos parcial, en lo que dice, pues basta con volver la vista hacia la situación de los bancos en Italia, por ejemplo, para comprobar que la situación es altamente peligrosa.

Sede del Monte dei Paschi di Siena

Sede del Monte dei Paschi di Siena. Fotografía del autor

El que dicen que es el banco más antiguo del mundo, pues funciona desde 1472, el Monte dei Paschi di Siena, perdió en 2016 casi 3.400 millones de euros y el gobierno italiano está tras su rescate. El resto de la banca del país transalpino está bajo vigilancia.

Pero las palabras de Lagarde hay que tomarlas con cautela por dos razones. La primera es que las pronunció en un acto organizado por la institución que preside Jean Claude Trichet, aquél avispado presidente del Banco Central Europeo (BCE) que subió los tipos de interés cuando todo el mundo los bajaba y que fue rectificado unos meses después del desaguisado, no vaya a ser que las pronunciara afectada por su influencia. La segunda es que se le ha olvidado recordar que algunos países de la Unión Monetaria (UM) e incluso de la Unión Europea (UE) han visto como muchos de sus bancos han desaparecido o han tenido que salir del ámbito privado y son bancos públicos en la actualidad, como ha ocurrido en Reino Unido, Holanda, Bélgica, Dinamarca o Alemania, por citar varios ejemplos, y sin que nadie se haya rasgado las vestiduras, quizá porque eran países del norte donde no se gastan el dinero en juergas, como dice Dijsselbloem que hacemos en el sur.

Pero vayamos con nuestra pasión más actual, de la que ya les avisaba hace un año, más o menos, y no es otra que la situación del Banco Popular. Que ha perdido en el ejercicio 2016 la nada despreciable cifra de 3.500 millones de euros, en número redondos, aunque podrían haber sido más si se hubieran hecho bien las cuentas. Para que se maravillen de lo que sabe o no sabe, sabía o debió saber, el banco y el auditor del banco, PricewaterhouseCoopers Auditores, en el enlace anterior pueden ver las comunicaciones y cartas que, tan solo 35 días después de presentar las cuentas anuales a los medios y 7 días antes de que se celebrara la junta de accionistas, se da a conocer. Y hay un detalle importante a tener en cuenta, del que el auditor no informó en su momento, y debió hacerlo, es la financiación a clientes para que suscribieran la ampliación de capital de 2016, por importe, de momento, de 200 millones de euros. Son préstamos que se dan para que, sin mover un solo euro, el banco pueda figurar que ha aumentado el capital. Acaba de “crear” dinero de forma inadecuada.

Comparación entre la evolución de la cotización de las acciones del Banco Popular y el índice Ibex35® durante los últimos 5 años. Obtenido de la web de Bolsa de Madrid

Comparación entre la evolución de la cotización de las acciones del Banco Popular y el índice Ibex35® durante los últimos 5 años. Obtenido de la web de Bolsa de Madrid

El banco, fundado en 1926 con el nombre de Banco Popular de los Previsores del Porvenir, llegó a ser el banco más rentable del mundo, ¡qué tiempos aquellos para la banca española! Les supongo informados de que en el Banco Popular han cambiado de presidente, justo después de presentar los resultados, aunque la persona elegida estaba seleccionada hace meses. Así que debemos suponer que tenía cierta información sobre el estado de la entidad, a pesar de lo cual cada semana que pasa se descubren nuevos asuntos. Nos diferenciamos de nuestros vecinos del norte, los paisanos del austero Dijsselbloem, que no tuvo reparos en apoyar el recate publico prestado al ING Bank, en que en esos países se enfrentan los problemas hasta el fondo y no por etapas, como solemos hacer aquí, de tal forma que siempre nos queda la duda de si se habrá llegado al fondo. Tan nos queda la duda, y esta es contagiosa, que la crisis en la cotización bursátil que vive el Banco Popular se ha transmitido a toda la banca española, sin excepción, y las cotizaciones de todas las entidades financieras llevan varias jornadas en caída libre. A pesar de ello el gobierno no toma cartas en el asunto, que no son otras que exigir claridad en la explicación de lo que ocurre u ocurrió allí dentro y evitar que la contaminación de la imagen de una determinada entidad alcance al resto.

El jueves 13, último día de mercado, el Banco Popular valía en el mismo unos 2.564 millones de euros, algo así como el 25% de su valor contable. Bueno, si es que sabemos de verdad cuál es su valor contable, si el que dicen los auditores o el que va ajustándose a través de notas de prensa. Luego nos quejaremos del Banco de España (ahora del BCE) y con razón. Nos quejaremos por no hacer su trabajo con contundencia. Sin entrar en detalles, viví de cerca la presión que la red de oficinas de Banco Popular ejerció sobre sus clientes para que suscribieran acciones en la ampliación de 2012, que fue por un valor en efectivo de 2.500 millones de euros. Nadie dijo nada entonces, nadie levantó la voz, ni de lo ocurrido ni de las auténticas necesidades del banco. Y todo continuó como si tal cosa. Pero ya ven. No piensen que las cosas se torcieron desde 2012 para acá. Lo torcido venía de lejos, aquí les dejo el enlace a un relato aproximado a lo ocurrido.

¿Y ahora qué? Pues ahora menos competencia, además de los llamados daños colaterales para los accionistas, empleados y clientes. Porque, me atrevo a pronosticar, que el Banco Popular no sobrevivirá con su actual configuración. Y como nadie se plantea lo de las fusiones bancarias transfronterizas dentro de la UE, pues no quedará más remedio que su absorción por otro banco español. Y así tendremos que la lista de entidades seguirá menguando, la reducción de oficinas se acelerará, la disminución del número de empleados continuará su galopar y todos pagaremos más por los servicios bancarios. Porque, aunque los tipos de interés no suban, las comisiones sí, hasta por descargarte un extracto de cuenta por Internet, como saben los clientes de algunas entidades estelares. Y aquí paz y, desde ayer, gloria.

Comparación entre la evolución de la cotización de las acciones de PRISA y el índice Ibex35® durante los últimos 5 años. Obtenido de la web de Bolsa de Madrid.

Comparación entre la evolución de la cotización de las acciones de PRISA y el índice Ibex35® durante los últimos 5 años. Obtenido de la web de Bolsa de Madrid.

Bueno, una gloria relativa y pausada, que ya no vamos a tener ni PRISA. Corren tiempos en los que no basta con reducir deuda y refinanciar lo que se debe, además hay que ser rentable. Los fondos de inversión, esos “monstruos” que aportan la financiación necesaria para permitir que ciertas empresas superen delicadas situaciones, no son entidades filantrópicas y, antes o después, exigen las rentabilidades prometidas. Y como estas no llegan, empiezan pidiendo que los grupos se troceen y vendan lo que de valor les queda y terminan pidiendo la cabeza de los gestores, así de tajantes se comportan. Y en España no estamos habituados a ello, porque hemos sobrevivido con el chalaneo. Pero todo llega hasta para PRISA. No crean que es una exageración lo que les digo, Patrimonio Neto negativo, sin incluir los préstamos participativos, y una deuda consolidada de más de 1.600 millones de euros de casi imposible atención, pues no hay activos que lo valgan.

En este país hay que empezar a hacer frente a los problemas y a felicitar a los que lo hacen bien. Ni todas las empresas ni todos los directivos son iguales y ya es hora de que las diferencias se dejen notar y tengan sus efectos. Porque no nos podemos permitir que el descrédito, nunca mejor dicho, se generalice. Sin olvidar que los auditores no son confesores, son garantes de transparencia y buenas prácticas contables.

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