¿desinflación?

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Decía el pasado 13 de abril, en el diario El País, el Director de Coyuntura de FUNCAS (Fundación de las Cajas de Ahorros), Ángel Laborda, que no tenemos deflación, tenemos desinflación. Y que ésta ha venido para quedarse. Y es buena y saludable la desinflación, porque seamos serios y dejemos de preocuparnos por lo que no es importante, la deflación. El Sr. Laborda es muy suyo y cuando algo no es como él dice que debe ser, reprende a la realidad si es necesario. Por ejemplo, ya nos avisaba en febrero de 2009 que los cálculos de la contabilidad nacional del Instituto Nacional de Estadística (INE) sobre el año 2008 estaban mal hechos, porque en aquel momento no salía el dato que él quería.

Y tiene el Sr. Laborda tan claras las bondades de la falta de inflación que lo manifiesta con rotundidad, disfruten con este párrafo del artículo del 13 de abril, “Si hiciéramos una encuesta en estos momentos sobre la inflación, estoy seguro de que la respuesta mayoritaria sería que cuanto más baja, mejor. Los salarios y las pensiones están casi congelados y así van a estar mucho tiempo, así que cuanto más baja sea la inflación, menos poder adquisitivo se perderá.” Menos perderemos, pero seguiremos perdiendo, ¿hasta cuando?

GráficaPara a continuación añadir, sin rubor alguno, “Las cuentas no financieras de los hogares de 2013 nos muestran por qué al consumo le cuesta despegar. La renta disponible se redujo (-0,7%) por cuarto año consecutivo, si bien la caída se moderó según avanzó el año. Ello se debió al descenso del empleo y, como consecuencia, de las rentas salariales (-3,5%), ya que las no salariales aumentaron (1,8% el excedente de los autónomos y 5,5% las rentas de la propiedad y la empresa).” Ya ven qué congelación de algunas rentas y así, lógicamente, el consumo no aumenta, por culpa de los asalariados, que no saben apreciar las bondades de tener unas menores rentas disponibles.

En página cercana a la referida anteriormente, de El País del mismo 13 de abril, se publicaba un artículo de un tal Paul Krugman (premio Nobel de 2008) en el que nos venía a ilustrar sobre lo que, según él, el FMI (Fondo Monetario Internacional) denomina “bajaflación”. He aquí la cita literal, “Esa es la razón por la cual el FMI advertía de que la “bajaflación” está poniendo a Europa en peligro de un estancamiento a la japonesa, incluso si no hay (todavía) deflación en un sentido literal.”

En un mismo día se acuñan vocablos nuevos para expresar un antiguo concepto, la deflación, pero evitando nombrarla. Y no se quiere nombrar a la bicha, la deflación, porque es mala cosa para la economía. Pero, mientras el FMI habla de bajaflación, por no nombrar la deflación, pero reconociendo que estamos ante un problema serio, en España, más papistas que el papa, hablamos de las bondades de esta desinflación, que nadie conoce. La desinflación no sirve para reducir el gasto público, el estado gastó más de lo previsto y los que han ahorrado son los ayuntamientos. La desinflación no sirve para ganar poder adquisitivo, los salarios siguen cayendo, no crecen moderadamente como afirma un variopinto catedrático. La desinflación no alienta el consumo pues la renta disponible sigue disminuyendo, aunque no para todos.

En una situación idílica, un nivel de muy reducida inflación nos llevaría por dos caminos posibles, un aumento de las tasas de ahorro, con la consiguiente reducción del nivel de deuda, o por un aumento del consumo, con el efecto positivo sobre la actividad económica en general. También podría ser una combinación de ambos. Pero en España tenemos un problema, los aumentos del consumo, dada nuestra baja industrialización, suelen provocar un aumento de las importaciones y con ello una vuelta a niveles de déficit por cuenta corriente y a un aumento del endeudamiento con el exterior. Es decir, volveríamos al círculo vicioso que se manifestó, de forma extrema, entre los años 2000 y 2007.

Es por ello que una reducida inflación debería dirigirse a un aumento de la tasa de ahorro. Lo que debería facilitar una reducción de los niveles de endeudamiento, especialmente de las empresas, pero también de las familias. Pero para eso es necesario que la renta disponible aumente, lo que como dice el Sr. Laborda no ocurre desde hace 4 años. Como decía el del chiste, sigue hablando así del caballo y … Pues eso, sigamos hablando de las bondades de la desinflación y …

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