jubilación y disonancia

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Se dice que hay disonancia cuando no hay armonía, cuando el ruido que se emite, normalmente desde varias fuentes, no suena en la frecuencia adecuada. Disonancia es de esas palabras que tienen música interior y al oírlas, casi nadie necesita que le expliquen su significado.

No pasa lo mismo con la palabra jubilación, pues se han perdido las referencias sobre su origen y significado primario. Hoy, cuando hablamos de jubilación, se despiertan algunos demonios y para muchos se abre una puerta preocupante, en muchos casos ha dejado de significar lo que fue su origen, el retiro para disfrutar de la pensión, el júbilo. Y este periodo, normalmente, no era prolongado.

Aunque no ha tenido gran trascendencia en los medios, a finales de junio el Instituto Nacional de Estadística (INE) hizo pública la estadística sobre Movimiento Natural de la Población, correspondientes a 2013. En la misma se incluye el dato sobre la esperanza de vida de los españoles, que nos permitió conocer que nuevamente ha aumentado, tanto al considerar la esperanza de vida al nacer, como la prevista al cumplir los 65 años. Sepan que la esperanza de vida al cumplir los 65 años es de 22,9 años (es decir, alcanzar los 87,9) en las mujeres y 19 años (es decir, alcanzar los 84) en el caso de los varones. Para otro día dejaremos un análisis más detallado de estos datos, de su relevancia, pues a lo anterior debemos añadir que los varones alcanzan los 80 años y las mujeres superan los 85 años, ambos por primera vez, como esperanza de vida al nacer.

En 1996 se modificó la Ley para la Reforma de la Función Pública (que data de 1984 y aún se encuentra vigente en algunos temas) y se introdujo la posibilidad de que una parte de los funcionarios públicos pudieran prolongar su vida laboral hasta los 70 años. Y nadie dijo nada, porque era algo voluntario. Y podía tener su lógica, en aquél momento la esperanza de vida al cumplir 65 años era algo menor a la actual, unos 4 años menos en cada caso. Y así continuamos durante unos cuantos años. En 2007 se aprobó la Ley del Estatuto Básico del Empleado Público, que anulaba lo relativo a la jubilación a los 70, pero habría una puerta a que se pudiera seguir manteniendo. Como suele ser frecuente en la legislación española de los últimos lustros, se anula algo, pero no se anula; ya saben, a pleitear y colapsar los tribunales.

Pero hete aquí que, de pronto, a los mismos a los que les dio por hacer esa ampliación voluntaria de la vida laboral de los funcionarios públicos, anulada pero vigente en la práctica, les ha dado por suprimirla. En 2012 y por el habitual método que se ha implantado en España del Real Decreto-ley se establece que si los funcionarios están adscritos al Régimen General de la Seguridad Social adaptarán su jubilación a lo dispuesto en las normas de Seguridad Social, el resto de los funcionarios seguirá el procedimiento vigente hasta la fecha. Aumentamos el lío y lo incomprensible.

¿Por qué hablo de aumento del lío? Desde hace un tiempo, tanto la administración central como las autonómicas, están intentando volver a reducir la edad de jubilación de los funcionarios públicos a los 65 años de edad. Caso significativo es el del personal sanitario en la Comunidad Valenciana, cuya orden de jubilación obligatoria a los 65 acaba de ser anulada por el Tribunal Superior de Justicia de dicha comunidad. Y, por otra parte, hemos aumentado la edad de jubilación en el Régimen General de la Seguridad Social, de forma paulatina, hasta los 67 años. Y aquí llega el lío y la disonancia. Sobre una misma materia, dos corrientes distintas, que además se juntan en el tiempo. Y todo ello con el agravante de que los afectados están disgustados, en parte con razón.

Los ciudadanos viven más tiempo. Y durante una gran parte de ese tiempo su estado de salud les permite desarrollar un gran número de actividades. No podemos negar la realidad y, en mi opinión, tiene sentido mantener, aunque no ampliar, la distancia que existe entre la edad de jubilación y la esperanza de vida, lo que supone ampliar la edad de jubilación.

casiplateroDicho todo esto, lo que no se entiende es esta situación disonante. Disonante por todas las partes implicadas. El estado desea aumentar la edad de jubilación en el ámbito privado y los trabajadores se quejan de ello. El estado desea reducir la edad de jubilación en el sector público y los funcionarios se quejan de ello. ¿Tiene lógica todo este embrollo?, ¿Sabemos qué queremos?, ¿Por qué unos trabajadores quieren trabajar más y otros menos?, ¿No querían reducir la carga de las pensiones?, ¿No decían de aumentar los periodos de cotización?, ¿No se les llena la boca al hablar de los servidores de lo público?

Como decía el anuncio, admitiremos pulpo como animal de compañía, por razones demográficas y financieras. Pero lo que no podemos aceptar es que alguien pretenda hacernos creer que se puede decir so y arre a la vez. Ni Platero lo hubiera comprendido.

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