¿futuro o presente?

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coronavirus 6
26-04-2020

Espero no abrumarles ni aburrirles con mi relato. Esta semana me he sentido especialmente afectado por un artículo aparecido en El País sobre la situación de necesidad que está aflorando poco a poco, a pesar de las medidas aprobadas por el Gobierno. Me ha afectado porque la zona a que se refiere el artículo está cerca de donde vivo y muy cerca de donde viví anteriormente, junto a mis padres, y algunos de esos lugares me traen recuerdos gratos de la época juvenil, incluso de los primeros años de adulto. No la recuerdo como una zona desvencijada, sí humilde, pero con dignidad. Y hasta no hace mucho gustaba de ir a visitarla y, es cierto, había notado una cierta transformación, ahora me doy cuenta que esta era más profunda de lo que pensaba.

Esa cercanía a mi entorno actual, de clase media que disfruta de ciertas comodidades, me hace ver lo cerca que estamos del precipicio social, que fácil es caer por la ladera del desvalimiento. Pues, sin apenas darnos cuenta, un pequeño traspiés puede arramblar con una posición saludable. La brecha se hace más insondable cada día. Ya no es una brecha, está a punto de convertirse en una sima de magnitud inabarcable. Hoy, cuando el tiempo que llevo trabajando ha superado los 45 años, me asaltan las dudas sobre si debemos abordar el futuro o centrarnos en el presente y es que no sé si tendremos futuro o solo presente.

Esas personas que piden ayuda viven al día porque no tienen capacidad para ahorrar. Viven en un equilibrio casi perfecto, ingresan lo que cubre el gasto mínimo vital, no disponen de reservas, de ninguna clase, ni siquiera se pueden endeudar. Y muchas de ellas obtienen sus ingresos de esa economía sumergida, pero no oculta, que es consentida y no perseguida. Forman parte de esa pléyade de asalariados para los que los mileuristas fueron y son unos privilegiados, ¿recuerdan las críticas de los mal llamados jóvenes de 30 años al presidente del Gobierno de entonces por los salarios de mil euros?, eso ocurría en el año 2005; quince años después aquellos 1.000 euros, que deberían ser unos 1.300 euros hoy, son un “lujo” inalcanzable para muchos ¿y todavía hay quién sigue pensando que la crisis de 2007 está superada?

Mis padres, como hicieron y siguen haciendo otros muchos, acumularon rentas que no gastaban para protegerse “por lo que pudiera venir”, que se decía. Ese ahorro ha salvado a muchos, pero la capacidad de ahorro está menguando. Y los mayores no deberían necesitar ahorrar porque, en teoría, ya no van a iniciar aventuras profesionales o empresariales. Pero si no llega a ser por los ahorros y las pensiones de muchos mayores ¿qué hubiera sido de muchos menores desde 2007? Las preguntas ahora son ¿hay que seguir ahorrando para un futuro incierto?, ¿de qué futuro hablamos si no aseguramos el presente?

En este juego perverso de contraponer lo uno con lo otro nos vemos. Porque parece que para asegurar el futuro debemos negar el presente o viceversa. Personalmente creo que no es así, pero esta sociedad tan dicotómica en la que nos movemos, blanco o negro, sin escala de grises, que nos lleva a rechazar al otro en vez de aceptar que forma parte de la comunidad en que nos hallamos inmersos, parece que obliga a decantarnos por una de ambas posibilidades. Yo creo que hay que trabajar por las dos, porque de lo contrario no se manifestará ninguna. No hay futuro sin presente, de la misma manera que hacemos el presente mirando al futuro. No es cuestión de enfrentar economía con salud, es cuestión de aceptar que se necesitan ambas.

Toda esta reflexión me ha llevado a preguntarme ¿merece la pena seguir acumulando ahorro?, ¿acumular ahorro para gastar en un futuro que a lo mejor no existe?, ¿gastar hoy desordenadamente en vez de ser precavidos y pensar en las necesidades futuras?, ¿ahorrar en un sistema global que no retribuye el ahorro y penaliza los depósitos bancarios?, ¿no proteger un futuro incierto en el que dudamos que nuestras necesidades sean cubiertas con nuestras pensiones? Esas, y muchas más, son las preguntas que nos formulamos todos en estos momentos de perturbación.

Vamos a concentrar nuestra atención en ciertos datos para que el ruido no nos distraiga de lo importante. El llamado país más poderoso de la tierra, los EE UU, alcanzaron, por primera vez en su historia, los 23 billones de dólares de deuda en octubre de 2019, ello a pesar de Donald o Trump o quizá por él. Supone una deuda con relación a su PIB (producto interior bruto) superior a la española en 20 puntos porcentuales y creciendo sin coronavirus. Ese gran banco español de color azul anunció hace unas semanas que en mayo penalizará los depósitos en cuenta corriente con una comisión de mantenimiento sobre el saldo medio, de tal forma que nos cobrarán si ahorramos y tenemos dinero y también nos cobrarán si lo pedimos prestado.

¿Alguien duda de que el Gobierno de los EE UU se seguirá endeudando lo que sea necesario para sacar a su país adelante?, ¿alguien duda que la banca aumentará sus ingresos por la vía que sea necesaria para obtener beneficios que aseguren su continuidad? No hace falta que me hagan llegar sus respuestas, creo saber cuáles serían.

Y veamos el mundo desde el enfoque de lo sorprendente. Esta semana el diario CincoDías, apéndice de El País, nos anunciaba que el sector de la automoción iba a pedir al Gobierno una ayuda de 300 millones de euros para dinamizar la demanda, tal cual, y al leer ese titular, no entre e leer el artículo, me preguntaba ¿será para dinamizar la demanda de patinetes para ir del dormitorio al salón o la cocina? Recordarán que la semana pasada citaba a nuestro inefable gobernador del Banco de España porque estaba en silencio desde antes de la declaración del Estado de Alarma, ya no nos lanzaba admoniciones sobre el aumento del salario mínimo, pues bien, el lunes se despachó con el anuncio de que la actividad económica podía llegar a caer hasta un 13% en el año 2020, para no aportar soluciones, solo preocupación, ya tenemos a los servicios de estudios. Y ese mismo día el mercado nos puso con los pies sobre la tierra y el petróleo alcanzó un precio negativo en el mercado de materias primas de Chicago, por primera vez en la historia, si querías vender petróleo había que pagar, no cobrar; rápidamente el Gobierno de los EE UU ordenó que se hicieran compras masivas de algo que no sabemos cuándo volverá a ser necesario en grandes cantidades.

Y en este entorno, de tantas cosas que ocurren por primera vez en la historia, hay que tomar decisiones porque hay que animar el presente para llegar al futuro y todo ello de la forma más armónica posible, pero haciendo uso de la firmeza.

Deben adoptarse medidas que eviten la generalización de las situaciones de pobreza, pero de tal manera que los perceptores de las ayudas se sientan útiles a la sociedad. Y hay tantas tareas por hacer.

El turismo supone el 14% del PIB del país, así que habrá que generar mecanismos que faciliten la puesta en marcha de un turismo saludable, algo que deben percibir los potenciales visitantes, y para ello hará falta un aumento de las plantillas de la hostelería y de aquellos centros vinculados con los viajes, para aumentar las tareas de limpieza, desinfección y mantenimiento.

La sostenibilidad implica el uso de materiales reciclados y para ello es imprescindible la recogida y tratamiento de los mismos, de igual manera que hay que ampliar los trabajos de limpieza de nuestros espacios verdes, aumentando la producción de combustible de origen forestal, la biomasa necesaria para producir ese combustible.

Nuestras ciudades no son, precisamente, espacios que destaquen precisamente por su limpieza, no hemos logrado alcanzar los niveles de excelencia de un país avanzado del siglo XXI. Algo podemos hacer en estos momentos por avanzar en ello y mejorar nuestra imagen.

Y para todas esas tareas necesitamos financiación. Una parte de esa financiación puede venir de la mano de los ingentes excedentes de tesorería que se han generado en los ayuntamientos por aplicación de la regla de gasto diseñada en 2012 y mal gestionada por los concejales de hacienda.

Otra parte de la financiación puede venir de la mano del excedente de ahorro personal que muchos de nosotros generamos para que pueda destinarse, mediante un fondo de inversión, a la gestión de proyectos que asuman el desarrollo del turismo saludable y los proyectos vinculados con la biomasa. Se deberán establecer reglas estrictas para su funcionamiento con gestión mixta público-privada, desgravaciones fiscales y reinvirtiendo los excedentes que se produzcan. Ya existe un precedente similar en Europa. Renunciemos a la disposición del ahorro para mañana a cambio de poner en marcha hoy mecanismos que nos ayudarán a llegar a ese mañana.

Ya se anuncian fechas de paseos, pero no se precipiten, que lo visto hoy con los niños puede ser peligroso por no respetar las reglas, nos anima un espíritu desobediente que no rebelde.

Un comentario en “¿futuro o presente?

  1. Schwarzkopf

    Ya antes del corona virus la visión global cortoplacista ponía en cuestión el modelo económico actual. Desde que empezaron los pagos por custodia de nuestros ahorros hace ya un tiempo, nada es lo que es. Sin embargo cuántos de nuestros políticos están dispuestos a jugarse los votos por unas políticas que no tendrán resultado hasta dentro de unos años. Todo el mundo hablaba hace bien poco como seria el mundo dentro de 30 años, pero nadie dice como será la transición desde hoy hasta el año 2050, y eso es lo que nos falta a todos los niveles como sociedad, como empresarios y como gobernantes.

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